La desconfianza

La desconfianza, la envidia y la codicia están tan presentes en nuestras vidas como el aire que respiramos. Da la sensación de que forman parte de nuestra sociedad como el amor, la fama o el dinero. De hecho los empresarios desconfían de los trabajadores, los devotos desconfían de los ateos y los ateos de los devotos, los compradores de los vendedores, los ricos de los pobres, los ignorantes de los cultos, los ciudadanos de sus gobernantes, La desconfianza se produce a todos los niveles, incluso a nivel de política nacional; los de derechas desconfían de Zapatero  y de Obama, los de izquierdas de Rajoy y Aznar, es más;  los gallegos desconfían de los andaluces, los vascos de los madrileños y los catalanes de todos los demás.

Se desconfía del diferente y se justifica con alegatos basados en el peor de todos los males, el egoísmo. Parece el patrón de conducta más extendido, sin razón aparente ¿Nos enseñan a pensar de esa forma?. Quizá sí.

Asimismo, codiciamos el salario de los que más cobran en la empresa, el coche del vecino, la tele de 45 pulgadas del cuñado y el sueldo fijo de los funcionarios. …. y cuando tenemos todo eso, codiciamos los privilegios de los políticos y de los ricos. La cadena no acaba aquí, ellos codician el poder.

 Hablando en serio

La codicia no es más que una deformación desordenada del deseo de mejorar nuestras condiciones actuales. En el pasado esa ansia por prosperar nos ayudó a a sobrevivir, de hecho si no fuera por ella todavía seguiríamos viviendo en cuevas. Pero hoy sacan a la luz nuestra´más vergonzosa esencia porque quizá estos “pecados capitales” formen parte de la misma esencia del ser humano o quizá del sistema capitalista del mundo globalizado. Quizá sea algo propio de este país, España, que todavía se resiente de las cicatrices de la guerra civil. o quizá, simplemente, hoy me haya levantado un poco más pesimista que ayer.

Sin embargo, hay motivos para la esperanza. La especie humana nunca habría llegado a ser lo que es si estas actitudes ante los demás fuesen el único patrón de comportamiento. Lo cierto es que ayudar sin pensar en los  costes ni en los beneficios es una actitud propia de unos pocos, personas excepcionales que dignifican al ser humano, y que basan su comportamiento en la responsabilidad y en un alto  sentido de la justicia.

Lecturas y vídeos recomendados:

Mañana será otro día…

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